Pues si, reconozco que yo también he sucumbido al maravilloso mundo del palet… Pero, ¡es que es irresistible! Es ver un palet abandonado en la calle o junto a un contenedor y no puedo resistirme: lo miro, lo examino detenidamente y de repente ya no veo un palet, veo una estantería, un perchero, un cartel para un letrero, unas cajas… Y es así como acaban viniéndose conmigo a casa, casi siempre.
Es verdad que al principio me valía cualquier palet, pero ahora tienen que pasar un pequeño examen. Yo me fijo sobre todo en que la madera tenga un aspecto rústico, que su color parezca envejecido y en que no este demasiado echo polvo y tenga que pasarme horas y horas lijando.
Me gusta mucho trabajar con palets porque es un material muy fácil de utilizar, económico y cuyo resultado te deja la mayoría de las veces sorprendido. Y es que algo construido con palets no tiene porque parecer que esta hecho con palets, si no quieres. La idea de trabajar con un material reutilizable y darle una nueva utilidad a algo abandonado me parece genial.
Y así fue como empezó la historia de éste regalo. Tenía dos cumpleaños pendientes y llevaba tiempo dándole vueltas a que podía regalarles, como siempre el regalo tenía que estar hecho a mano. Y así fue como dando un día una vuelta me encontré con un palet abandondado… ¡ups! ¿he dicho un palet? quería decir que me encontré con un palet pero que lo que realmente ví fueron dos estanterías. Así que cargué con el palet y se vino conmigo para casa.
Y aquí empezó la parte mas creativa: pensar cómo iban a ser las estanterías. En esta ocasión quería hacer dos repisas, no demasiado grandes, para unas habitaciones infantiles. El objetivo es que fueran un elemento decorativo mas de la habitación, mas que unas estanterías abarrotadas de libros y objetos, pero desde luego lo que si me parecía importante es que los chicos pudiesen poner en ellas sus pequeños objetos preferidos.
He de reconocer que para la parte mas aburrida que es desmontar el palet y lijarlo hasta el infinito y mas allá tuve ayuda y es que no soy la única en casa que tiene esta afición por el mundo de los palets.
Y así fue como despues de mucho pensar, bocetar, desmontar, cortar, lijar, pintar, lijar de nuevo, encerar… Y tener algunos problemillas técnicos con las esquinas de las repisas el palet se convirtió en dos hermosas estanterías listas para regalar.
Y éste fue el resultado:
- Marchando una estanteria tipi indio para Lucas, que le gusta la montaña, la aventura, buscar escarabajos y dormir bajo las estrellas en las noches de verano.
- Y marchando una estantería montaña para Iciar, que le gusta la montaña, explorar, nadar en pozas heladas y subirse a los árboles con Pizca, su nueva mascota:
Ahora ya sólo queda lo más difícil, elegir un buen sitio para poder disfrutarla a todas horas y que ellos las puedan llenar con sus objetos favoritos.
¡Muchísimas felicidades chicos!